4 de mayo de 2016 (ICF)
Por Kurt Bernardo Wolf
Se atribuye la frase del título de este texto a Charles Maurice de Talleyrand, en referencia a la ejecución de un duque borbónico por Napoleón Bonaparte en 1804.
El apotegma condensa mucha sapiencia política; se aplica particularmente al gobierno federal ante el informe final del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI) sobre los hechos cruentos que tuvieron lugar en Iguala, durante la noche del 26 al 27 de septiembre de 2014, que derivaron en varias muertes y la desaparición de 43 jóvenes normalistas de Ayotzinapa. Este informe fue entregado a asociaciones de derechos humanos y la prensa el pasado 24 de abril, con la notoria ausencia de los representantes del gobierno mexicano, quienes no se dignaron a presentarse en esta importantísima reunión.
Para seguir leyendo: