21 de septiembre de 2016 (IER)
Por Jesús Antonio Del Río Portilla
Estas dos condiciones nos obligan a reflexionar seriamente sobre en qué podemos invertir para contrarrestar los efectos negativos que nos han dejado estos hechos. Desde mi punto de vista una de las mejores inversiones será la reconstrucción del tejido social y fomento al desarrollo local. Claramente, la educación es otra inversión; pero hoy quiero enfatizar la imperiosa necesidad que tenemos, en nuestro país y en nuestro estado, de construir infraestructura para la convivencia.
La tradición en muchas poblaciones era ir al parque central o zócalo a dar la vuelta, platicar, echar novio o echar novia, jugar encantados, platicar con los vecinos, escuchar la banda de música o simplemente dar la vuelta deambulando por el lugar. Estas actividades estaban rodeadas de comercio, conocimiento mutuo que disminuían las tensiones sociales y generaban un conocimiento entre las personas que propiciaban la solución de conflictos de formas menos nocivas para todos. Estas actividades son recomendadas por la premio nobel de economía Elionor Ostrom como una forma de construir un desarrollo que conduzca al beneficio social en lugar de al individual.
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