26 de octubre de 2016 (IBt)
Alejandro Garciarrubio Granados
¿Qué estás leyendo papá?- me preguntó, mi hija. -Un trabajo fascinante sobre el surgimiento de genes nuevos- le respondí. -¿Quieres que te lo cuente? Aunque para ello primero tendrás que entender bien qué son los genes. ¿Te interesa?- La respuesta de mi hija me animó: -claro!-
Breve introducción sobre los genes Los genes son las unidades de la información genética. Dicho de otra forma, un gen es una región de un cromosoma que contiene la información para que la célula realice una acción o función específica. Un cromosoma es una molécula de ácido desoxirribonucleico (ADN), formada de la combinación de 4 diferentes unidades pequeñas, llamados nucleótidos, unidas una tras otra, formando largas cadenas. Así como las 27 letras del alfabeto bastan para escribir infinidad de textos, la secuencia de los 4 nucleótidos del ADN bastan para representar toda la información necesaria para definir a un ser vivo.
El genoma humano es un buen ejemplo del genoma de los vertebrados. En el humano, el genoma tiene 3 mil millones de nucleótidos ordenados en 23 cadenas separadas: estos son los cromosomas. Más aún, de cada cromosoma tenemos 2 copias: una la heredamos de nuestra madre, la otra de nuestro padre. Las regiones de ADN que constituyen genes se encuentran dispersas entre regiones que no son genes (recordemos que un gen es la unidad funcional del genoma). En total los 20,000 y pico de genes humanos suman como el 5% del genoma. El resto no sabemos bien para qué sirve.
El ADN es bastante inerte. Para que los genes tengan algún efecto, su información debe ser copiada a moléculas de ácido ribonucleico (ARN) que conserva el orden de los nucleótidos. Los ARN copiados de algunos genes llevan a cabo funciones celulares por sí mismos, pero la mayoría de los genes codifican proteínas. En estos casos, el ARN es sólo un mensaje que la célula debe decodificar para hacer una proteína específica.
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