25 de julio de 2016 (IBt)
Blanca Ramos Cerrillo
Instituto de Biotecnología, UNAM
Las arañas y la cultura
Una mañana llena de sol, brisa y tranquilidad, Aracné, una mujer famosa por la belleza de sus hilados, terminaba el tejido que la llevaría a los umbrales de la perfección. Vanagloriándose de su habilidad, Aracné retó a Atenea, diosa de la sabiduría, las artes, la tempestad y el rayo, a que elaborara un tejido tan hermoso como el de ella. Atenea pidió a Aracné que retirara el reto, pero Aracné se negó. La diosa tejió entonces una escena que representaba su victoria sobre Poseidón, mientras que la joven mortal escogió para su tapiz una representación de los veintidós episodios de infidelidad de los dioses del Olimpo, lo que enfureció a Atenea. Alterada además por la perfección del tejido, lo deshizo enredando con los hilos a Aracné, provocando la muerte por ahorcamiento de la experta tejedora. Pensándolo mejor, Atenea devolvió la vida a la bella y joven Aracné, pero transformada en araña. Con el hilo formó una telaraña, condenándola a permanecer colgada y a tejer eternamente con hilo extraído de su propio cuerpo. De esta historia surgió el nombre de la clase Arachnida a la cual pertenecen las arañas (Figura 1).
Las arañas han tenido un simbolismo muy importante en diversas culturas. Por ejemplo, en algunos pueblos del África Occidental, se cree que las arañas crearon el Sol, la Luna y las estrellas y que además interceden por los hombres ante los dioses. En Asia Central y Siberia la araña representa el alma liberada del cuerpo. En el Islam, la araña representa dos conceptos contrarios: la blanca simboliza la protección y la negra el daño. En nuestro México prehispánico relacionaban a estos animales con la oscuridad, la muerte y las tinieblas, aunque también simbolizaban la fuerza y el poder, ya que aparecen en los códices acompañando a sus deidades. Así, en las láminas del Códice Borbónico, la figura de la araña se ve junto a Tezcatlipoca, el dios de la guerra y a Xochiquetzal, la diosa de la tierra que florece. La presencia de la araña junto a ella tiene un significado muy apropiado, ya que fue la que inventó el arte del hilado.
Otra interpretación que los antiguos mexicanos daban a las arañas era que cuando Tonatiuh, el Sol, terminaba su recorrido diurno, llegada la tarde se hundía en el occidente transformándose así en Tzontemoc -el que cae de cabeza- para ir a alumbrar el mundo de los muertos durante la noche, tomando entonces el aspecto de Mictlantecuhtli.
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