12 de diciembre de 2016
Agustín B. Ávila Casanueva
Los torpes murciélagos de un italiano
El italiano Lazzaro Spallanzani fue un genio; se encontraba en camino de convertirse en abogado cuando seducido por la ciencia, inició con ella un romance que duraría el resto de su vida. En 1768 Spallanzani refutó la generación espontánea propuesta por Buffon y demostró que las bacterias que aparecían de la nada en los alimentos dejados al descubierto, en realidad estaban en el aire, y que se podía prevenir su aparición hirviendo los alimentos por suficiente tiempo. También investigó acerca de la reproducción de los mamíferos y demostró que se necesitaba un óvulo y un espermatozoide para que sucediera la fecundación. Bajo esta lógica, logró hacer la primera fertilización in vitro utilizando los óvulos de una rana, y la primera fecundación in vivo en una perra: extrajo esperma de un perro y lo introdujo en ella.
A pesar de que Lazzaro era un científico de tiempo completo, hubo algunas dudas que nunca logró resolver. La más famosa se conoció como el misterio de los murciélagos de Spallanzani, un misterio que tardó casi 150 años en ser resuelto. En 1793 empezó una serie de experimentos diseñados para responder una simple pregunta ¿cómo logran ver de noche los murciélagos? Lo primero que hizo fue vendar los ojos de los murciélagos pero ¡pudieron volar sin problema!, después les tapó las narices y les cerró los hocicos, pero ¡pese a ello volaban sin tropiezo! y por último les cerró los canales auditivos ¡y seguían librando todos los obstáculos a su paso! Sus experimentos fallaron hasta que escuchó acerca de los que realizaba un contemporáneo suyo, el genovés Louis Jurine, sus murciélagos chocaban con cualquier cosa en su camino y parecían desorientados. Spallanzani, un poco incrédulo, repitió los experimentos de Jurin utilizando un tapón más apretado dentro de las orejas de los murciélagos, y observó cómo daban tumbos contra distintos obstáculos.
Bueno, una parte quedó resuelta, “La oreja del murciélago funciona para ver o al menos para medir distancias de manera más eficiente que su ojo” escribió el italiano (Ver Figura 1). Pero los resultados generaron más preguntas de las que logró responder y la principal era ¿cómo logran los murciélagos utilizar el sonido para navegar si no hacen ningún ruido?
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