Científicos de la UNAM Morelos crean bioplástico

Por Miércoles 28 de septiembre, 2016.

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El desarrollo se encuentra en proceso de la obtención de una patente y ha dado pie a la creación de una spin off, es decir, una empresa de base tecnológica que participa de las ganancias económicas con la propia UNAM.

25/septiembre de 2016 (IBt)

Ciudad de México. A partir de brindar como alimento un subproducto de la industria azucarera a la bacteria Azotobacter vinelandii, un grupo de científicos del Instituto de Biotecnología (IBt) de la UNAM, campus Morelos, han obtenido un bioplástico con diversas aplicaciones industriales, entre ellas en el área médica, donde puede utilizarse en implantes y en ingeniería de tejidos.

El desarrollo se encuentra en proceso de la obtención de una patente y ha dado pie a la creación de una spin off, es decir, una empresa de base tecnológica que participa de las ganancias económicas con la propia UNAM.

Sobre la constitución de la empresa Biopolymex, el doctor Carlos Peña Malacara, investigador del IBt y parte medular del desarrollo científico, explica que la compañía surge en 2010 como una sociedad mercantil, fundada por académicos de diversas instituciones de la UNAM.

La empresa se crea a raíz del interés en la producción de un plástico biodegradable, llamado PHB, el cual se obtiene en los laboratorios del IBt y por el potencial industrial que el mismo representaba. “Los usos son amplios, desde la fabricación de vasos o platos con la cualidad de que se degradan como la composta, hasta en la creación de prótesis. El principal beneficio es ambiental, y muchos países lo asumen como responsabilidad, por ejemplo, en Francia está por echarse a andar la iniciativa de prohibir el uso de plástico sintético, y sólo se usarán bolsas fabricadas de bioplásticos derivados de productos vegetales.

“En la industria automotriz el producto del IBt se puede emplear en sustitución de partes; mientras que, en biomedicina se hacen pruebas para el desarrollo de tejidos, empleando células de riñón, de piel o del corazón; incluso se ha considerado para trasplantes. Son materiales totalmente biocompatibles”, enfatiza el doctor Peña Malacara.

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La Jornada